sábado, 20 de diciembre de 2008

Los 70, 5ª parte (FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA)

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Al entrar en el piso, me quede un poco perplejo, acostumbrado yo al orden estudiantil del piso en el que vivía, todo convencionalismo pueblerino, me encontré con un salón que parecía el taller de una imprenta clandestina.

Sobre una mesa al lado del ventanal, había una multicopista marca Talismán, que si en vez de en el salón la hubiese visto en la cocina, habría pensado que era una máquina de hacer pasta fresca o un tostadora multiusos.


MULTICOPISTA TALISMAN

Las paredes estaban repletas de póster, me quedé fijando en uno en el que aparecía la cara de un barbudo con boina y estrella. A punto estuve de comentar lo chula que me parecía la boina, cuando Julio se adelantó y me dijo “Este póster del Che Guevara me lo traje de Buenos Aires”. “El Che Guevara – pensé yo- ¿y quien es éste?”. Evidentemente me calle porque no quería parecer neófito en la ´ lucha obrera ´.



En el mueble bar, en el lugar donde supuestamente tendría que haber una televisión, se encontraba un tocadiscos philips en el que había un disco de un tal Joan Manuel Serrat. En la mesita del salón estaba la funda del disco, sobre un fondo rojo una foto de un señor, y de bajo, unas espigas de trigos, el título ANTONIO MACHADO, Poeta.



Del apartado destinados a las botellas en el mueble bar, sacó el anís del mono, y de un cajón del mismo mueble bar, en el que había montones de hojas (semanas más tarde aprendí que a esas hojas, se le llamaban octavillas), sacó una caja de mazapán.

“Pongamos música y brindemos por los poetas”, comentó Julio mientras servía el anís. Al momento empezó a sonar “Guitarra del Mesón”. Brindamos por los poetas y empezamos con el anís y el mazapán.

Julio cogió la guitarra, con la que días a tras había estado amenizando al bloque con “A Galopar”, y empezó a cantar a la par que Joan Manuel Serrat.

“Guitarra del mesón de los camino
No fuiste nunca ni serás poeta”

Yo sentado en el sofá rodeado de hojas (octavillas), cintas de casete, y un ejemplar de “La Madre” de Tolstoi , mientras Julio con su guitarra en una silla frente a mi seguía con su :

“Guitarra del mesón que hoy suenas jota
Mañana petenera
Según quien llega y tañe
Las empolvadas cuerdas”

El momento para mi era perfecto, no había nada más, no esperaba nada más, hubiese congelado el instante. Ahora lo escribo y vuelvo a sentir la emoción de aquella escena. No había prisas y si muchas ganas de transmitir sensaciones. Yo disfrutaba mas de cómo cantaba Julio que de la voz de Serrat.

Al término de la estrofa

“Tú eres el alma que dice su armonía
Solitaria las almas pasajeras…
Y siempre que te escuche el caminante
Sueña con aire de su tierra”

Julio dejó la guitarra y se sentó en el sofá conmigo llenando de nuevo las copas, antes había abierto las persianas del ventanal y dijo

“Veremos amanecer desde aquí”

Cuéntame más de ti. Y allí en el sofá, abrazado para combatir el frío que hacia y bajo una manta paduana con el dibujo de un tigre, le conté mil anécdotas de mi paso por los salesianos. No paraba de reír cuando le narre de como un 24 de Mayo y mientras salía María Auxiliadora en procesión, un compañero de los salesianos (interno él y de El Saucejo) y yo tirábamos pétalos de rosas desde la espadaña mientras otros compañeros tiraban cohetes, con la mala suerte que un cohete estallo justo al lado de nosotros, y del susto dejamos caer el barreño de los pétalos que fue a colocarse justo encima de la cabeza de la Virgen.

Del castigo de los curas, de lo bien que nos lo pasamos ese mes de junio en el internado castigado y de otras tantas anécdotas estaba yo hablando debajo de la manta, mientas hacíamos manitas miles.

“¡Pero tu eres todo un revolucionario!”, comentó

“Si tu lo dices” comenté.

Abrimos el sofá, ya que era cama, y allí seguimos dándole al anís del mono y contando mil historias mientras esperábamos que la luz del amanecer entrara por el ventanal.

Mientras nos abrazábamos oíamos a Serrat cantando aquello de Machado:

El olmo centenario en la colina
Que lame el Duero un musgo amarillento
Le mancha la corteza blanquecina
Al tronco carcomido y polvoriento.

Ahora pienso que no hay mejor manera de iniciarse en Machado, desde entonces es mi poeta de cabecera, al que recurro muy frecuentemente.

Julio, ya con bastante anís corriéndole por las venas dijo: “tu eres mi rama verdecía” Evidentemente en esos momentos no pude entender la poética y tuve una respuesta visceral muy poco apropiada para el momento poético, pero que la elegancia de mi compañero de sofá hizo que pasara desapercibida, respondiendo también de forma igualmente visceral. Y en esos momentos de vísceras termino la canción con la estrofa
….
Olmo, quiero anotar en mi cartera
La gracia de tu rama verdecia
Mi corazón espera
También hacia la luz y hacia la vida,
Otro milagro de la primavera.

A UN OLMO SECO (EL DE LA RAMA VERDECÍA)

Machado y el flamenco unido por Calixto Sánchez



Fue la noche en la que amanecí a la vida de los sentidos y la sensibilidad.

1 comentario:

XS dijo...

Segi, ¿has notado que según crece la intensidad de tus relatos así aumenta el número de visitantes?
¡Enhorabuena!
Ah! lo de Mª Auxiliadora creo que merece una entrada aparte.